Hace pocos días ocurrió el caso de Tamara, la niña de 5 años que falleció producto de disparos de un estólido delincuente que realizaba un Portonazo a sus padres.
Hoy se ha conocido el caso de un Carabinero de civil, que en horas de anoche llegaba a su domicilio en su vehículo, en el sector de Pudahuel, momentos en que tres delincuentes armados intentaron realizarle un Portonazo. Este funcionario, fue capaz de responder con su arma de servicio alcanzando con dos disparos a uno de ellos, mientras los demás huyeron. El herido fue trasladado a un hospital donde expiró. Resulta que este delincuente fallecido, de 16 años, está señalado como el autor material del balazo que dio muerte a la pequeña Tamara.
Es una caso que curiosamente se podría tildar de “Justicia Divina”, pues el padre señalaba que las policías ya conocían la identidad de los autores y que lo único que deseaba es que fueran muertos de la misma forma en que falleció su querida hijita. Y esto es exactamente lo que ha sucedido con uno de los autores. Quizás muchas personas estimen que esto no es lo adecuado, pero también habría que ponerse en el lugar de esos afligidos padres, dolidos y con un drama de por vida, quienes de alguna manera sienten que se ha logrado algo de justicia.
Por otra parte, este caso es un fuerte llamado de atención a las autoridades pertinentes, pues aunque el delincuente fallecido tenía 16 años, claramente no se trata de “personas que estén llenas de sueños”, como dijera el Ministro Delgado. Tampoco se puede comprender la existencia de leyes tan débiles que no permiten trabajos de recuperación con los menores que se inician en la delincuencia. Eso debido a que son considerados inimputables hasta los 17 años y 364 días. Sin embargo al día siguiente de llegar a la mayoría de edad sí se les puede atribuir un delito, pero en virtud a no tener antecedentes previos, tardarán en cometer unos dos o tres delitos de sangre para que puedan ser condenados a penas de cárcel.
Es necesario y muy prioritario que los Legisladores sean capaces de enmendar las leyes, porque actualmente los menores que delinquen cuentan con plena libertad para seguir con sus fechorías, pero no hay ley alguna que se preocupe de su control, reeducación y busque enmendar sus conductas ilícitas, en tiempos oportunos. Por lo demás, tampoco hay legislación que obligue a responder a los padres por las fechorías de sus “niñitos”, lo que es absolutamente necesario.
Aunque suene mal, es de esperar que se produzcan más casos de “Justicia Divina”, pues es la única forma en que realmente hay castigo para el delincuente y un sentimiento de tranquilidad actuando en favor del ciudadano de bien, aquel que busca el bienestar de su familia y del país.
FRANCISCO SMITH GONZALEZ General Inspector – Psicólogo
26.marzo.2021